El Papa recibe a la delegación de la Fundación “Leaders pour la Paix” (Líderes por la Paz) y los anima a “no detenerse en las discusiones teóricas” sino a “tomar contacto con las heridas y tocar la carne de los que sufren”.
Mireia Bonilla – Ciudad del Vaticano
Esta mañana el Santo Padre se ha reunido con la delegación de la Fundación “Leaders pour la Paix” (Líderes por la Paz) para recordarles que ante las múltiples crisis políticas y medioambientales que convergen en la actualidad (el hambre, el clima, las armas nucleares), el compromiso con la paz de los miembros de esta fundación “nunca ha sido más necesario ni urgente”. De hecho – les ha dicho – frente a la pandemia que aún no ha sido superada y sus consecuencias económicas y sociales son graves, el reto es ayudar a los gobernantes y a los ciudadanos a abordar los problemas críticos como oportunidades:
“Por ejemplo – ha dicho el Papa – ciertas situaciones de crisis ambiental, desgraciadamente agravadas por la pandemia, pueden y deben provocar una más decidida asunción de responsabilidades, en primer lugar, por parte de los máximos dirigentes, y luego, en cascada, también en los niveles intermedios y en toda la ciudadanía. De hecho, vemos que no es raro que las solicitudes y propuestas vengan de “abajo”. Esto está muy bien, aunque a veces estas iniciativas son explotadas para otros intereses por grupos ideológicos. Siempre existe el peligro de la “ideologización”. Ustedes también pueden desempeñar un papel constructivo en esta dinámica sociopolítica, principalmente fomentando un buen conocimiento de los problemas y sus causas fundamentales. Esto forma parte de la educación para la paz que, con razón, está en sus corazones”.
La pandemia ha puesto en crisis la política
Después, el Papa ha explicado que, aunque la pandemia, con sus largas secuelas de aislamiento e “hipertensión” social, ha puesto inevitablemente en crisis la propia acción política, la política como tal, “este hecho puede convertirse en una oportunidad para promover una política mejor, sin la cual no es posible desarrollar una comunidad mundial capaz de lograr la fraternidad a partir de los pueblos y naciones que viven en amistad social”. Y esta política – puntualiza el Papa – debe aplicarse como “la arquitectura y la artesanía de la paz” pues para construir la paz son necesarias ambas cosas: “la “arquitectura”, en la que intervienen las distintas instituciones de la sociedad y la “artesanía”, que debe implicar a todos, incluso a los sectores que a menudo son excluidos o invisibilizados”.
Promover cultura del rostro y del encuentro
El consejo del Papa es el de trabajar simultáneamente a dos niveles: cultural e institucional. “En el primer nivel, es importante promover una cultura del rostro, que se centre en la dignidad de la persona, el respeto a su historia, especialmente si está herida y marginada. Y también una cultura del encuentro, en la que escuchamos y acogemos a nuestros hermanos y hermanas”. Luego, en el segundo nivel, que es el de las instituciones, el Papa asegura que “urge fomentar el diálogo y la colaboración multilateral, porque los acuerdos multilaterales son una mejor garantía que los bilaterales de cuidar un bien común verdaderamente universal y proteger a los Estados más débiles”. En cualquier caso – concluye el Santo Padre “no nos detengamos en las discusiones teóricas, tomemos contacto con las heridas, toquemos la carne de los que sufren el daño”.