El tráfico de drogas considerado como problema socioeconómico y penal, se ha transformado en los últimos años en una terrible amenaza para la salud integral y seguridad de las familias, pueblos y regiones.
En nuestro departamento se ha convertido en una cada día más aguda amenaza contra jóvenes y niños que están cayendo en flagelo tan terrible como el uso y consumo de sustancias psicoactivas a la luz cómplice de algunas autoridades.
Con amenaza tan grave en detrimento de nuestros jóvenes, el Vicariato Apostólico de Inírida ha venido proponiendo desde hace ya seis años, la construcción de un centro de atención para jóvenes psicodependientes que transgreden la ley y el orden, convirtiéndose en grave problema social. Pero desafortunadamente no ha tenido el suficiente respaldo de parte de los gobernantes de turno para hacer realidad tan importante propuesta de solución.
Ésta fecha ofrece una oportunidad, para destacar la importancia de hacer frente a esta doble amenaza mediante el estado de derecho y la prestación de servicios de salud.
Motivarnos a ir más allá de la lucha contra el expendio y tráfico de drogas, protegiendo a las personas más vulnerables, mediante una amplia gama de actividades con las que se deben comprometer las administraciones a través de la educación y la salud en la prevención, en el tratamiento de la farmacodependendencia, los cuidados y rehabilitación de los usuarios de las drogas y el apoyo social.
También argumenta monseñor Joselito, que se puede tener éxito si se refuerzan los compromisos básicos de la unión y bienestar de la familia, los derechos humanos y la responsabilidad compartida para reducir la oferta y la demanda; así se fomentará comunidades libres de delitos y violencia, relacionados con drogas, personas libres de la dependencia de éstos fármacos que puedan contribuir a nuestro futuro común en ésta gran casa común. Es también importante lograr penetrar los grupos de amigos que tienen una gran influencia en el ámbito individual.
Claro que hoy, dice monseñor, la crisis del Covid-19 en el mundo, amenaza con empujar a más personas al consumo de drogas,
ya que el aumento del desempleo y la reducción de oportunidades causadas por la pandemia, pueden afectar desproporcionadamente a los más pobres haciéndolos más vulnerables y que recurran al narcotráfico con grandes organizaciones criminales que se están aprovechando de la situación.
El confinamiento que ha generado el covid-19, ha generado que las personas opten por usar licor o las drogas sintéticas ante la incertidumbre que se vive en estos días con relación a la salud y la economía, lo que conduce a que algunas personas experimenten estrés y ansiedad importantes y el consumo de drogas se convierte en un mecanismo para disminuirlas y controlarlas, de ahí la importancia de la familia, el apoyo del estado y el compromiso de una sociedad justa y equitativa.
María Esperanza Castro Torres
Oficina de prensa, Vicariato
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